domingo, 12 de septiembre de 2010

Las cinco claves del buen pigmento

Crear pinturas se trata más o menos de lo mismo que hacer un licuado , un panqueque o una pizza : es mezclar un polvo seco (un pigmento) con algo líquido que lo disuelva, que puede ser agua, resina , trementina, aceite …y hasta yema de huevo. Luego se usa esa pasta o líquido para cubrir superficies de un color contrastante, provocando efectos muy variados. Hasta la llegada de los colores sintéticos, la humanidad usó como pigmentos las sustancias machacadas más variadas: insectos, moluscos, plantas , óxidos y líquenes.


Durante siglos, lo que tenía que tener un artista para hacer pintura era un buen mortero y una botella de aceite donde diluir el pigmento. Y ese pigmento era mejor que cumpliera con cinco condiciones:
- que la pintura se adhiera a la superficie y no se caiga a pedazos cuando se seque .
- que el color no cambie o se oscurezca con el paso del tiempo.
- que sea fácil de conseguir cada vez que uno lo necesite… y no obligue a esperar que regrese Marco Polo de sus viajes a Cathay (China)
- que su precio no sea exorbitante
Y un detalle no menor:
- …¡que el artista no muera envenenado por la toxicidad del pigmento, y pueda contar el cuento!
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Se puede decir que la historia de los colores es una lucha por conseguir pigmentos con estas cinco características. En el medio hay historias apasionadas, muerte, intrigas y hasta sexo ( cómo no) en esta lucha sin fin por obtener colores puros, estables y económicos .
¿ Nos metemos en esa telenovela?

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