Adonde miremos, veremos colores , en paisajes...
En jardines :
O hasta en galaxias lejanas ...
Lamentablemente, pocos colores es estos podemos usarlos para lo que queramos: las flores se marchitan, es imposible conservar el arcoiris en un frasco y los pájaros coloridos protestan si se los despluma . Por, eso inventar pigmentos, tinturas y pinturas que le cambien los colores a las cosas es un proceso rarísimo y milagroso que llevó miles de años de pruebas y errores … con más errores que aciertos …¡y siendo los errores lo mejor que pudo haber pasado! . Imaginen que si los cavernícolas querían impresionar a sus amigos pintando bisontes en la caverna, sólo contaban con cinco colores básicos: rojo, ocre, marrón , negro ( del carbón ) y blanco ( de piedras calizas). Pero llevó mucho más tiempo obtener colores sofisticados como un rosa Dior , un azul de Prusia , o algo tan simple como un blanco que se quede blanco y no se ponga amarillo con el tiempo .
Al hombre antiguo también le importaba conseguir buenos pigmentos. En las cavernas de Lascaux, Francia, hay evidencia de que los cavernícolas caminaban 50 kilómetros para conseguir buenos pigmentos. Y otros 50 para traerlos a la cueva. ¡Eso sí que era vocación artística!
Así que tener un arco iris de gamas al alcance de la mano en una lata o pomo (algo que parece tan trivial hoy en día), habría hecho caer de espaldas de emoción a un señor nacido hace sólo doscientos años. Simplemente, nadie tenía buenas pinturas a mano y la obtención de pigmentos variados nació como ya veremos, por casualidad, por tozudez, o buscando cualquier otra cosa menos un color.
Los primeros azules fueron un subproducto de la minería de la plata. El Amarillo Patente salió de la industria del refresco de soda, mientras que el Amarillo Cromo salió de la impresión sobre algodón, y el lila se descubrió buscando un medicamento. Casi todas las principales compañías químicas del mundo -BASF, Bayer, Hoechst, Ciba-Geigy –comenzaron su historia como fabricantes de colores, buscando tintes permanentes para la enorme industria del tejido, no para el diminuto mercado de colores para artistas. Si en este libros hablaremos de artistas, es porque ellos sí que comentaban sus impresiones sobre los colores y se quejaban de las calidades de los pigmentos. En cambio, no tenemos los diarios privados de los gerentes de las antiguas hilanderías que creían estar tiñendo telas de un color…pero acababan de otro. Los gerentes no se quejan por escrito: despiden a 400 empleados, cierran la fábrica y se van a navegar por el Caribe, motivo por el cual no serán protagonistas de este volumen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario