El violeta es el opuesto psicológico del verde, ya que produce el contraste de lo artificial con lo natural, lo saludable y la vida, en un sentido más amplio. Universalmente este color también es la representación de la inmadurez; este hecho se debe al fenómeno de crecimiento y maduración de las plantas. Siempre que una planta dará flor, el retoño – no importa de qué flor se trate – es siempre verde. Con el proceso de maduración ocurre lo mismo, sólo que con más excepciones, peor generalmente una fruta pasa de ser verde (inmadura) a amarilla, roja o marrón (nueces), de roja a azul o de azul a negra como es el caso de las ciruelas. Lo que comparten todas las frutas y flores en común es que el verde siempre se da en una condición inicial y nunca a la inversa. Por tanto, esta fuerte relación con el proceso de evolución y crecimiento del verde también lo lleva a asociarse con conceptos como juventud y amor incipiente, así como con el inicio de todo lo que implica un crecimiento.
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